CULTURALIA. ¡TIERRA A LA VISTA!

Noé Guerra Pimentel*

Es la frase que el 12 de Octubre de 1492 que atribuida a Rodrigo de Triana, desde lo alto del mástil de “La Pinta” gritara emocionado para que la expedición encabezada por Cristóbal Colón diera por descubierto al mundo europeo un lugar remoto, una tierra indómita, el finisterre, el nuevo mundo, un continente hasta entonces desconocido al que por equivocación habían llegado. Cuando Colón recorrió Europa en busca de apoyo para su arriesgada proposición de llegar a Cipango (Japón), no tenía duda alguna sobre la forma de la Tierra, aún cuando los Griegos Aristóteles y Platón ya habían enderezado fundadas hipótesis al respecto.



La gran razón por la que tardó en encontrar el financiamiento para su viaje fue su estimación de la distancia para alcanzar las Indias atravesando el Océano. Colón consideró números basados en medidas de Posidonio de Apamea, modificadas más tarde por Estrabón y asumidas por Ptolomeo, que establecían en 29.000 kilómetros la circunferencia de la Tierra. Estos números, junto al tratado Imago Mundi de Pierre d’Ailly, le llevaron a estimar la distancia entre las Canarias y Asia en unos 5.000 kilómetros, lejos de los 20.000 kilómetros que barajaba la mayoría de los geógrafos de la época basados en mediciones de Eratóstenes.

El resto de la historia la conocemos. Tras ver cómo su proyecto era rechazado en dos ocasiones por la corona de Portugal, otras dos por la corona de Castilla y una por el Duque de Medinaceli, Cristóbal Colón vio como los Reyes Católicos le ofrecían patrocinio. El 17 de abril de 1492 el acuerdo se formalizó mediante las Capitulaciones de Santa Fe y tres meses y medio más tarde, el 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón comenzó su primer gran viaje.

Fue así como Colón se aventuró en el Mar Océano en busca de las “Indias”. Por suerte para él, pese a que las distancias eran totalmente erróneas, consiguió llegar a Tierra firme. Con ello, regresó a Castilla a revelar la gran ruta descubierta a los Reyes Católicos y se dispuso a viajar hasta tres veces más. A lo largo de su segundo viaje, observando el eclipse lunar acontecido del 14 al 15 de septiembre de 1494, demostró lo esférico de la Tierra, como ya habían descrito los griegos.

Ahora, a 521 años es tarde para determinar cómo hubiera sido el desarrollo del continente americano sin la llegada de los europeos aquel siglo XV de los grandes descubrimientos y avances científicos. Pero lo que sí que podemos saber de la historia es que el descubrimiento de América generó gran riqueza para Europa y que en su momento pocos o ninguno fueron los beneficios para los que por aquel entonces poblaban las tierras descubiertas. En la historia de la llegada de Europa a América queda el arribo de españoles, franceses, portugueses, holandeses e ingleses para explorar, invadir, ocupar y colonizar las tierras que hasta entonces pertenecieron a otras civilizaciones.

Pero más allá de esta conquista la llegada de los europeos a América supuso un colapso demográfico de la población natural. Aún no se ha conseguido determinar la principal causa, pero entre las distintas razones cabe destacar el genocidio y las enfermedades epidémicas ante las que los nativos carecían de defensas biológicas; el hecho es que la población de lo que sería el actual México disminuyó de 25,2 millones a 700 mil personas en un lapso de 100 años, sin duda una gran tragedia, una realidad cruel que no podemos cambiar, que ya pasó.

Por otro lado, es definitivo que América y Europa se encontrarían en un momento dado, que era, en todo caso, cuestión de tiempo, a la distancia quizá nos quede rememorar aquel encuentro y con ello asumir la ineludible realidad de que sin ese hecho no hablaríamos ni pensaríamos en este idioma, ni creeríamos en lo que creemos, ni lo que comemos sería, como tampoco lo que vestimos, ni siquiera tendríamos la apariencia física que tenemos; en suma, bueno o malo, como haya sido, es que debemos nuestra existencia a ese acontecimiento, de otra forma no estaríamos hoy aquí.

*Socio de número y Presidente (2009-2012) de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.

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