CULTURALIA
ANTES DE LOS LÍMITES
NOÉ GUERRA PIMENTEL
Desde hace 484 años nuestros vecinos han intentado apropiarse, no sin parcialmente lograrlo, del total y ya muy disminuido territorio de Colima. La ambición ha privado desde que hay registros aunque diferentes han sido los motivos entre políticos, sociales, culturales y económicos o todos. Documentados existen por lo menos los siguientes saqueos aunque las intentonas han sido muchas más. Como las que ahora se enfrentan con el subterfugio del restablecimiento de tierras a presuntos indígenas. Los robos más significativos y nada más para disuadir los equívocos antropológicos con los que algunos intentan justificar la ilegalidad y con ello abonan a los afanes expansionistas de nuestros vecinos que, como se podrá colegir, no se detienen ante nada para lograr sus propósitos, mientras nuestros senadores nada más se andan haciendo y ocupando de otros asuntos.
De origen se debe recordar que el Colima virreinal abarcaba más de la mitad de lo que hoy es Jalisco, incluido el actual Nayarit y gran parte del occidente de Michoacán; eso fue lo que en 1524 reconoció Francisco Cortés, el primer alcalde Mayor de Colima. La inicial ocasión en que fuimos desposeídos fue en 1525, cuando se precisa que al arribo español los límites de la provincia de Colima como Señorío abarcaban hasta más allá de Tepic, lo que fue segregado por Nuño Beltrán de Guzmán, quien desoyó a la Segunda Audiencia, misma que lo reprendió por sus abusos. En dicha ocasión el motivo del insubordinado de Cortés, aparte de las probables riquezas fue la creación de la Nueva Galicia, lo que logró en 1536 arrebatando territorios a las provincias contiguas. Una más se dio con la formación de los llamados corregimientos de los pueblos de Colima. Así se perdió Amula, Autlán, Tuxpan, Etzatlán y los Pueblos de Ávalos que más tarde, en 1540, se convertirían en Alcaldías Mayores independientes de Colima.
Otra avanzada sobre el original territorio fue en 1605, cuando Michoacán se anexó las provincias de Coalcomán y Motín o Motines, hoy Coahuayana, Aquila, San Vicente y todos esos lugares costeros hasta Cachán, límite con Guerrero. Aun así, en esa época a Colima pertenecían Xilotlán, Tecalitlán y demás puntos. En 1787 la Nueva España se dividió en Intendencias, con lo que la Alcaldía Mayor se convirtió en Partido de Colima, dependiente de la Intendencia de Michoacán. La cuarta segregación territorial la sufrimos en 1789, cuando Colima pasó a formar parte de la Intendencia de Guadalajara, con el nombre de Partido de la Nueva Galicia. Con la confusión del movimiento de Independencia, con la argucia de salvaguardar a los vecinos, Jalisco cuidó de los entonces corregimientos de Xilotlán y Tecalitlán, dependientes de Colima. Al término del conflicto armado dichas jurisdicciones no le fueron reintegradas. En 1823, el ayuntamiento de Colima promovió su separación de Nueva Galicia, lo que logró anexándose a Michoacán.
La quinta rapacería fue con la promulgación de la primera Constitución, cuando a Colima le fue otorgada la categoría de Territorio Federal. En aquella ocasión el Congreso General, desatendió la solicitud de Colima para que le fueran repuestos sus originarios dominios de Xilotlán y Tecalitlán y no solo eso, el constituyente actuó en contra al restarle el pueblo de Tonila para dárselo a Jalisco, misma resolución en la que como ganancia para Colima, aprobó elevar a la aún Villa a la categoría de Ciudad y a la Almoloya a Villa, según decreto de 1824. En 1836, el país fue dividido en Departamentos, con lo que Colima nuevamente dejó de ser territorio para convertirse en Distrito del Sudoeste, dependiente del Departamento de Michoacán. Esta fue la última mutilación que sufrió Colima y que lo dejó con una extensión territorial de aproximados 5 mil 455 kilómetros cuadrados, una mínima parte de lo que era en 1524 y la cuarta de lo que en 1554 le reconoció Lebrón de Quiñones y no como arguyen los defensores de los utilizados “Nahuas” de Ayotitlán.
ANTES DE LOS LÍMITES
NOÉ GUERRA PIMENTEL
Desde hace 484 años nuestros vecinos han intentado apropiarse, no sin parcialmente lograrlo, del total y ya muy disminuido territorio de Colima. La ambición ha privado desde que hay registros aunque diferentes han sido los motivos entre políticos, sociales, culturales y económicos o todos. Documentados existen por lo menos los siguientes saqueos aunque las intentonas han sido muchas más. Como las que ahora se enfrentan con el subterfugio del restablecimiento de tierras a presuntos indígenas. Los robos más significativos y nada más para disuadir los equívocos antropológicos con los que algunos intentan justificar la ilegalidad y con ello abonan a los afanes expansionistas de nuestros vecinos que, como se podrá colegir, no se detienen ante nada para lograr sus propósitos, mientras nuestros senadores nada más se andan haciendo y ocupando de otros asuntos.
De origen se debe recordar que el Colima virreinal abarcaba más de la mitad de lo que hoy es Jalisco, incluido el actual Nayarit y gran parte del occidente de Michoacán; eso fue lo que en 1524 reconoció Francisco Cortés, el primer alcalde Mayor de Colima. La inicial ocasión en que fuimos desposeídos fue en 1525, cuando se precisa que al arribo español los límites de la provincia de Colima como Señorío abarcaban hasta más allá de Tepic, lo que fue segregado por Nuño Beltrán de Guzmán, quien desoyó a la Segunda Audiencia, misma que lo reprendió por sus abusos. En dicha ocasión el motivo del insubordinado de Cortés, aparte de las probables riquezas fue la creación de la Nueva Galicia, lo que logró en 1536 arrebatando territorios a las provincias contiguas. Una más se dio con la formación de los llamados corregimientos de los pueblos de Colima. Así se perdió Amula, Autlán, Tuxpan, Etzatlán y los Pueblos de Ávalos que más tarde, en 1540, se convertirían en Alcaldías Mayores independientes de Colima.
Otra avanzada sobre el original territorio fue en 1605, cuando Michoacán se anexó las provincias de Coalcomán y Motín o Motines, hoy Coahuayana, Aquila, San Vicente y todos esos lugares costeros hasta Cachán, límite con Guerrero. Aun así, en esa época a Colima pertenecían Xilotlán, Tecalitlán y demás puntos. En 1787 la Nueva España se dividió en Intendencias, con lo que la Alcaldía Mayor se convirtió en Partido de Colima, dependiente de la Intendencia de Michoacán. La cuarta segregación territorial la sufrimos en 1789, cuando Colima pasó a formar parte de la Intendencia de Guadalajara, con el nombre de Partido de la Nueva Galicia. Con la confusión del movimiento de Independencia, con la argucia de salvaguardar a los vecinos, Jalisco cuidó de los entonces corregimientos de Xilotlán y Tecalitlán, dependientes de Colima. Al término del conflicto armado dichas jurisdicciones no le fueron reintegradas. En 1823, el ayuntamiento de Colima promovió su separación de Nueva Galicia, lo que logró anexándose a Michoacán.
La quinta rapacería fue con la promulgación de la primera Constitución, cuando a Colima le fue otorgada la categoría de Territorio Federal. En aquella ocasión el Congreso General, desatendió la solicitud de Colima para que le fueran repuestos sus originarios dominios de Xilotlán y Tecalitlán y no solo eso, el constituyente actuó en contra al restarle el pueblo de Tonila para dárselo a Jalisco, misma resolución en la que como ganancia para Colima, aprobó elevar a la aún Villa a la categoría de Ciudad y a la Almoloya a Villa, según decreto de 1824. En 1836, el país fue dividido en Departamentos, con lo que Colima nuevamente dejó de ser territorio para convertirse en Distrito del Sudoeste, dependiente del Departamento de Michoacán. Esta fue la última mutilación que sufrió Colima y que lo dejó con una extensión territorial de aproximados 5 mil 455 kilómetros cuadrados, una mínima parte de lo que era en 1524 y la cuarta de lo que en 1554 le reconoció Lebrón de Quiñones y no como arguyen los defensores de los utilizados “Nahuas” de Ayotitlán.
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