RINCONADA DEL LIBERTADOR

CULTURALIA
LA RINCONADA DEL LIBERTADOR

NOÉ GUERRA PIMENTEL*

EL ORIGEN. El nació el 8 de mayo de 1753, día de San Miguel Arcángel, en la casa materna del rancho de San Vicente de la hacienda de San Diego Corralejo, distrito de Pénjamo en la intendencia de Guanajuato de la Nueva España. Era español, como Sor Juana, Alarcón, Morelos, Guerrero, Iturbide y todos los demás que nacieron en la Nueva España. Sus padres, Ana María Gallaga y Cristóbal Hidalgo y Costilla. Nombre fue Miguel Gregorio Antonio Ignacio, Hidalgo Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor.

EL COLIMA DE FINES DEL SIGLO XVIII. Contemporáneo del Cura Hidalgo, en 1792 estuvo acá el coronel Diego de Lazaga, enviado por el intendente de Valladolid para hacer un censo, a este documento se le conoce como el “padrón de Lazaga”, y en el contabiliza a la población y describe al Partido -Villa de Colima- con usos y costumbres. Informa, por ejemplo, que la habitaban unos 7 mil 643 vecinos, sin contar a los Indios, a los que omite por no considerarlos de alguna Casta. Población distribuida así: mil 939 españoles, 85 castizos, 181 mestizos, 2 mil 109 mulatos y 3 mil 329 de casi todas las castas que habitaban en arrabales de la Villa y en ranchos y haciendas.

HIDALGO EN COLIMA. Cuando llegó al entonces Colima, luego de su nombramiento del 7 de febrero de 1792, antes del 10 de marzo de ese año -su primera rúbrica es de esa fecha-, tenía 38 años, aquí cumplió 39. Venía como ex Rector del Colegio de San Nicolás de Valladolid –Morelia-, del que había sido vicerrector, tesorero y catedrático de filosofía y Teología. Hablaba el español de la época, igual que latín, francés, inglés e italiano, además del Tarasco, Náhuatl y el Otomí. Era dueño de la hacienda de Jaripeo y de los ranchos de Santa Rosa y San Nicolás en Irimbo cercanos de Valladolid. Físicamente muy diferente al “anciano” que la tradición nos ha compartido cercano a su muerte a los 58 años, edad a la que fue fusilado el 30 de julio de 1811, 10 meses y medio de iniciado el movimiento armado que encabezó.

LA RAZON DE SU ESTANCIA. Hay varias versiones sobre su presencia en Colima. Que vino castigado por vivir amancebado con Manuela Ramos Pichardo, con la que se le señaló de tener dos hijos, Agustina y Mariano Lino, a los que no negó pero tampoco reconoció; hecho “normal” para aquel Clero católico. Que lo mandaron reprendido por un faltante de dineros del Colegio; acusación que no aceptó por ser, decía, intereses sobre un préstamo. Que vino como “pacificador” de Franciscanos y Mercedarios; improbable, dada la vocación de cada grupo monacal. Que fue recluido por sus ideas prohibidas; algo que tampoco pudo ser determinante, cuando las nuevas ideas ya permeaban entre “los entendidos”. Nada de lo anterior pudo ser motivo y menos al constatar que de ganar mil 200 pesos, allá, al año, juntando todos sus empleos, acá ganó en promedio 3 mil; por lo que se colige que vino promovido. No es casual que luego de 8 meses de Cura y Juez eclesiástico interino de Colima, de marzo a noviembre, a mediados de enero de 1793 ya fuera Cura titular de San Felipe de los Herreros en el distrito de Guanajuato, una rica zona minera.

LA PARROQUIA DE HIDALGO EN COLIMA. El Cura Hidalgo, contra una confusión extendida, ofició en la entonces Parroquia de Colima, por aquel tiempo dedicada a San Felipe de Jesús, lo que la actual Catedral Basílica menor de Colima. El “Beaterio”, la parroquia dedicada actualmente a San Felipe de Jesús, no existió como tal hasta medio siglo después de la estancia aquí de Hidalgo. El equívoco radicó en que en este lugar se encuentran los libros parroquiales que testimonian su misión en la entonces Villa de Colima. A esa versión debemos esta “plazoleta”, ya que por los daños que sufrió el edificio del “Beaterio” con el temblor de 1985 y la carencia de dinero para repararlo, fue la gestión de su Cura, José Montaño, la que logró no solo el arreglo del inmueble, sino la compra del predio y la creación de esta plaza en honor al “Libertador”.

LA CASA DONDE VIVIO EL CURA. Cuando Miguel Hidalgo llegó a Colima sabía que su estancia sería breve por tanto no hizo transacciones a largo plazo, como se ha especulado; en eso hay otra confusión sobre el lugar donde un siglo después se empezara a construír el Teatro que lleva su nombre, mismo del que aún se afirma que había sido de él, sin demostrarlo; la versión cercana, según consta en actas del Cabildo de Colima, es que fue de su sucesor, el padre José Felipe de Islas, fallecido en 1814. Respecto a la casona de Gregorio Torres Quintero No. 70, del centro histórico de Colima, Col., salvo la extendida versión y la placa que erróneamente afirma que fue habitada por don Miguel Hidalgo, tampoco existe testimonio legal alguno; el Cura residió donde lo hacían y aún lo hacen varios sacerdotes: En la Casa parroquial.

LA FIGURA DEL LIBERTADOR. Hidalgo nunca fue retratado, no hay dibujo, ni grabado, nada que refiera como era físicamente el “Cura de Dolores” en vida. Lo que conocemos tiene su origen en la imaginación de un escultor de apellido Terrazas, quien le hizo una terracota de rasgos indefinidos. Años más tarde, Bustamante divulgó una litografía que luego reprodujo el principal defenestrador del Insurgente, Lucas Alamán, porque “le resultaba parecido”. Alamán, quien sí conoció en persona al Cura Hidalgo, lo describe como “de mediana estatura, incipiente calvicie, cargado de espaldas, cabeza caída sobre el pecho, de ojos color verde o azul y tez morena”.

El hecho es que la imagen que tenemos de Hidalgo es una herencia de Maximiliano, quien la encargó a Joaquín Ramírez, pintor de su corte, quien lo trazó a partir de las –dudosas- versiones de quienes afirmaron haberlo conocido. Como quien dice, el de Hidalgo, es un Retrato hablado. Retrato, cuya versión original fue radicalmente modificada durante el porfiriato, con motivo del centenario de la Independencia, en la que se presentó a un Hidalgo mucho más envejecido, acorde con la imagen de un Díaz de 80 años. Imagen que ha prevalecido, misma con la que identificamos al Padre de la Patria, como consta en la obra del maestro Reyes Garibay, que a su vez viene a sustituir al “desaparecido” medallón de bronce, que en perfil de tres cuartos lucía la efigie de Hidalgo hace diez años en ésta, la rescatada Rinconada del Libertador.

*Presidente de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.



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