CULTURALIA. PARECER O SER

NOÉ GUERRA PIMENTEL*
La imagen personal es como foto, es todo lo que los demás ven de nosotros. Enseguida, comienza el juicio psicológico. Haciendo referencia a una frase que proviene del saber popular, es importante recordar que “no existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. En nuestra sociedad, en mucho regida por prejuicios y estereotipos, para la mayoría es normal aceptar que un individuo cuya apariencia no es agradable, haya cometido un delito, mientras que si lo mismo se le imputa a alguien a quien consideramos bonit@, nos cuesta más trabajo admitir su culpa.
Para apoyar más esta postura, imagine que va por una calle poco transitada y de pronto, vemos a una persona de aspecto descuidado que se dirige a nosotros, automáticamente, buscando evitarle nos cambiaremos de acera, mientras que si la persona que se nos acerca se normal, bien vestida, no nos preocupará; a lo mejor nos equivocamos, pero el aspecto exterior nos ha predispuesto mal. ¿Por qué pasa esto? Se debe, a que asociamos la imagen de cada quien, con ciertos juicios y valores, de modo que el inconsciente crea una especie de filtro, que nos hace receptivos a datos que coinciden con esa imagen y refractarios frente a los que no responden a tal esquema.
Por otra parte, la buena presencia, al ser y sentirse agradable a la vista de otros, nos hace más seguros, lo que mejora nuestro desarrollo personal, profesional y social. La publicidad masiva en los años sesenta de Estados Unidos, llevó a empresas, a estimular la venta de sus productos a través de la capacidad de seducción de la imagen, recobrando un viejo proverbio chino que reconocía que “una imagen vale más que mil palabras”. La regla de oro para transmitir una buena imagen es: “estar a gusto y seguro con uno mismo”.
Para potenciar nuestra imagen debemos cuidar un aspecto fundamental, que es mantener una coherencia entre los cuatro canales de información que utilizamos al transmitir cualquier mensaje. Cuatro instrumentos que deben apoyarse entre sí y que, como lo afirmé en mi colaboración anterior, con gusto repito: Condiciones físicas, apariencia exterior; la voz, el tono y su modulación; los gestos y la indumentaria. Cuando algunos de los elementos no armonizan, sitúa al oyente en la disyuntiva de creer en lo que se dijo o cómo se dijo.
Muchas personas tienden a creer más en lo que ven, que en lo que se les dice. Un buen ejemplo de adaptación a estas circunstancias lo dan algunos políticos. La forma en que se dice algo, debe ser coherente con el contenido del mensaje. La confianza que una persona tenga, la creencia y el sentido de pertenencia y la total certeza de que es importante y necesario, reforzará su imagen personal, lo que favorecerá la correcta transmisión de identidad.
Además, si ésta se ha ocupado de formarse en aspectos para mejorar su imagen personal como: vestimenta, factores del entorno y personales, paralenguaje, proxemia, el lenguaje corporal y el conocimiento social, el éxito se facilitará, porque la tranquilidad y la seguridad que transmitirá, le harán más confiable.
*Presidente de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos,.A.C.
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