NOÉ GUERRA PIMENTEL
“Hasta donde me permita
la vida seguiré trabajando por la educación”, fueron las palabras de Salvador
Cruz Montalvo, historiador, poeta y cronista de la ciudad de Tehuacán, Puebla, ya
en silla de ruedas en una de sus últimas presentaciones públicas. El célebre
personaje a quién conocí en Culiacán hará diez años, nacido en Tehuacán el 30
de agosto de 1932, falleció el pasado domingo 13 de mayo víctima de un infarto.
“Una Sociedad que honra
a sus mujeres y a sus hombres, se honra a sí misma”, dijo una vez este hombre
agradecido con la vida y con su entorno que lo conoció desde siempre muy
inquieto, cuyo gusto por la cultura y su desarrollo le surgió a muy temprana
edad, según me contaba, pues cuando andaba apenas por los catorce años escribió
una carta dirigida al Gobernador poblano Carlos I. Betancour, en la que dando
amplias razones le solicitó una secundaria al mandatario, quien sorprendido por
el interés del muchacho lo invitó a platicar con él, la obra se materializó
tiempo después.
El maestro Cruz Montalvo
era además un buen escritor, en 1954, a los 22 años apenas, publicó su libro Notas para la Historia de Tehuacán,
resultado de su investigación que iniciara en 1950, producto de su trasiego por
archivos y bibliotecas de su pueblo natal y de otros lugares como la ciudad de
México y la capital de su Estado; desde entonces, de tiempo completo se dedicó
a distintas actividades encaminadas todas a la cultura y la literatura.
De acuerdo con lo escrito
por Alejandro Flores y Veloz, Cruz Montalvo fue fundador, junto con otros
profesores, de la escuela preparatoria Benavente, ubicada en esta ciudad, así
como del Instituto Tecnológico de Tehuacán (ITT); además, su trabajo como
periodista cultural y educativo le valió el Premio Nacional de Periodismo en
1969. Un hombre reconocido y respetado, bien querido por sus paisanos y por
quienes al paso tuvimos, aunque breve, trato con él, fue además miembro
fundador del Consejo de la Crónica de Puebla y de la Sociedad Mexicana de
Bibliófilos AC. Integrante del Seminario de Cultura Mexicana, de la Academia
Sevillana de Letras y de la Academia Nacional de Historia y Geografía.
El también profesor
fundador de la Escuela Preparatoria “Benavente” de Tehuacan, del Instituto
Tecnológico Regional de Tehuacán (ITT) y de la Maestría en Literatura Mexicana
en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla (Buap), a lo largo de su vida recibió otros reconocimientos; uno de los
últimos fue el Premio a la Excelencia Académica de parte de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), por su aportación a la sociedad en el
ámbito cultural. Durante el discurso que dirigió ese día, criticó que la
sociedad se moviera en un esquema de consumismo, donde las cosas materiales son
vistas como el fin y no como el medio.
De ahí que sólo hubiera
acumulado una biblioteca que alberga varios miles de volúmenes, la cual era su
deseo que pasara a formar parte de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
la BUAP. El historiador tehuacanero o tehuaquense, no sé, finalizó diciendo aquella
vez que el premio que recibía era un reconocimiento inmerecido, pero reiteró:
“Hasta donde me permita la vida seguiré trabajando por la educación”. Descanse
en paz.
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