CULTURALIA. CALACAS DEL MONTON

NOÉ GUERRA PIMENTEL*

Por favor nadie se ofenda/ ni se dé por aludido/ la frase no le sorprenda/ mientras no se haya extinguido// Las calaveras resultan/ caricaturas de muertos/ hay veces que casi insultan/ nos tienen más que despiertos// Abusan de la injusticia/ dicen farsas por verdad/ que se riman con malicia/ y con bastante maldad// Alegorías rebuscadas/ que se ocurren al momento/ fantasías obsesionadas/ por imaginarse a un muerto// No se debe molestar/ si aquí encuentra su retrato/ porque después de pasar/ se divertirá un gran rato// Son fantasías literarias/ caricaturas jocosas/ chistes de las funerarias/ con mentiritas piadosas// Con un modito chistoso/ de imaginarse extinguido/ a uno que otro envidioso/ que no se creía incluido// Arte de puro contento/ fuera de retribución/ no busca reconocimiento/ solo tenga exhibición.



Realizar calaveras es una de las tradiciones entre nosotros los mexicanos, una práctica, esa de escribir algunos versos picarescos con ritmo y rima que describen la relación de un hombre o mujer con la muerte, en la que se destacan con ironía las cualidades, defectos, actitudes y costumbres de la persona a la que hace alusión. La calavera debe ser graciosa y ocurrente y se le dedican personajes de cierta relevancia y generalmente van ilustradas de manera vistosa con cráneos y esqueletos.
La costumbre tiene sus orígenes en el periodo virreinal y se encuentra relacionada, vía España, con ciertas expresiones de religiosidad de la Edad Media, como la Danza Macabra o Danza de la Muerte. Se enriquece en estas tierras con elementos indígenas. A los dibujos caricaturescos (descarnados, huesudos, cadavéricos...) que suelen acompañar a estos versos, se les denomina también "calaveras".
"Calaveras" nombre con que en nuestro México se designa a esos versos festivos que, en la víspera del Día de Muertos y durante éste, suelen repetirse o componerse en forma de epitafio, satirizando los defectos (o las virtudes en forma de vicios) de los personajes vivos, si bien presentados como ya difuntos. Lo usual en estas composiciones es que sean ligeras o muy irreverentes, sin consideración a la jerarquía social o a la importancia política de los personajes representados.



Además de rimar las terminaciones de cada frase y cuarteto, se debe estructurar la composición en inicio, desarrollo y desenlace; la mejor manera de hacer una calavera es apoyarse en el nombre o seudónimo, la actividad a la que se dedica, edad aproximada, costumbres sobresalientes y algo que hace a esa persona diferente. Vendo baratos los huesos/ mis huesitos del montón/ mandíbulas cinco pesos/ dedos flacos a tostón// repuestos de calaveras/ huesos limpios sin sangrar/ piernas izquierdas enteras/ hasta para cocinar// Huesos de res tres por diez/ costillas de burro a peso/ uñas de cerdo al revés/ y de regalo un pescuezo.

 

Huesitos recién salidos/ traídos del hospital/ los esqueletos perdidos/ que no hallaron funeral/ en cada compra un regalo/ a todos les doy tres dientes/ si no hay de hueso de palo/ sino los de sus parientes// les hice sobre una piel/ y con harina de hueso/ un tzompamtli de pastel/ cuesta cada cráneo un peso/ si no quieren verdaderas/ hay tibias de cascarón/ clavículas de maderas/ y falanges de cartón// el cóccix ya está vendido/ un fémur está en cachitos/ un esternón recosido/ y un húmero en pedacitos.
Hay un cráneo abandonado/ carente de inspiración/ también un cuerno afilado/ de otro buey por afición// hay huesotes de aguacate/ también hay de tejocote/ tengo uno de tlaconete/ y varios de tepezcuintle// si no lo tengo se lo hago/ sin enganche hay solución/ facilidades de pago/ pero no hay devolución.

*Socio de número y Presidente (2009-2012) de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.

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